miércoles, 26 de septiembre de 2007

BRING ME THE AXE!









Anoche volví a ver MOMMIE DEAREST (“Queridísima mamá”, 1981) y de nuevo me volvió a atrapar, lo reconozco… aunque no haya nada de nuevo en esta vieja película, un ejemplo de anacronismo a todos los niveles narrativos, con su diseño de producción empeñado en recrear hasta el último detalle de cada época con un presupuesto limitado, su luminosa fotografía con preferencia por los colores primarios limpios, la maravillosa partitura, una dirección de actores existente…

En este sentido, es memorable toda la secuencia inicial, que recrea las mañana en las que Joan Crawford, una espectacular Faye Dunaway, se levantaba ya a las cuatro para estar presentable ante la cámara.

En ello radica tal vez parte de su encanto. La otra parte la trataremos luego…

El biopic sobre la relación entre la estrella Joan Crawford y su hija adoptiva Christina resultó ser una de las películas más denostadas por la crítica y un rotundo fracaso de taquilla. Incluso ganó cinco premios razzie, incluído el de peor película de la década y peor actriz. Con el tiempo se ha revelado, sin embargo, todo un hit videográfico.

La sensible mirada del director Frank Perry logró sacar partido, (¡Y como!) a una fuente literaria no muy noble que digamos: el super best seller y escandaloso libro de la mismísima Christina Crawford, en la que presentaba a su madre como una neurótica maltratadora, alcohólica y maniática obsesiva de la limpieza. Detrás de la película, de nuevo Tina, mediante la mano de su marido, productor ejecutivo de la misma.

Si bien son bien visibles las costuras de la historia, al tener que contar tantos episodios sórdidos a lo largo de 30 años en 128 minutos, nadie puede negar que el relato parezca sincero, aunque, seguramente, los elementos más fiables sean las escenografías art decò y los pelucazos y maquillajes de Faye Dunaway .

Decíamos antes, una parte del encanto de MOMMIE DEAREST radica en su anacronismo. La otra en los continuos delirios que contiene y que la hacen un hito inalcanzable del camp de cualquier época, (tendrían que pasar 15 años hasta que otra película, SHOWGIRLS de Paul Verhoeven se acercase a estos niveles).

Como no puede faltar, una bandada de mitómanos, amas de casa problemáticas, maricas cultas y travestis se acercaron y acercan con los ojos bien abiertos a esta película. Lo devoran con frecuencia o incluso participan de estos mundos imitando a la Crawford en pases especiales, como ya había ocurrido antes con THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW.

Entre ellos, (¿Nosotros?) son legendarias las secuencias en la que la estrella, tras ser despedida de la Metro, tala un naranjo de su jardín, con un hacha que ha pedido a Christina, o aquella famosísima en la que una muy borracha Joan, vestida y maquillada como un actor de Kabuki, descubre que uno de los preciosos vestidos de su hija cuelga de una percha de alambre, en vez de en una de madera, la empuña en dirección a la niña y grita: "no wire hangers ... ever!".

Personalmente, me fascinan detalles como que Christina niña no cambie físicamente a lo largo de cinco o siete años y hable ya como un adulto cuando tiene que defenderse de los ataques de su madre, o que una secuencia después de salir del convento, donde su madre lo había recluído tras tratar de estrangularla, viva en un precioso apartamento newyorkino, (con chimenea y todo!), con un sueldo de figurante, (¡poco después la veremos retorcerse de dolor en la alfombra por un quiste benigno en los ovarios!).
Otra perla del rosario es que conozca a su nuevo “papi” y que dos escenas más tarde nos enteremos de que este ha muerto por los disgustos ocasionados por la Pepsi-Cola…

Tras redescubrir la película hace un año, (el primer visionado fue una mañana de verano de mi adolescencia, ¡Una mañana!, en La2), tiré todas mis perchas de alambre, me aficioné a la ginebra helada y no he parado de limpiar mi piso. ¡Que lo sepáis!

Como dato curioso, la mismísima Christina Crawford reaparecería años después, tras terminar su carrera como actriz y perder todos los millones que había ganado tirando las estatuas de su madre de los pedestales, en shows drags con la drag queen Lypsinka, recreando las secuencias más truculantes de la película, (incluída la de la percha de alambre).

Para neófitos y personas poco advertidas con tendencias masoquistas recomiendo la edición especial en DVD "Hollywood Royalty", con audiocomentario de John Waters que no tiene desperdicio.

2 comentarios:

Josito Montez dijo...

Christiiiina... No wire hangers eeeever!!!

Eso es una pel�cula de terror y lo dem�s, bober�a.
Qu� trauma de infancia. Me quedo con el momento en que Christina ya es mayor y la desaf�a, y acaban las dos rodando por el suelo, con la Joan-Faye estrangul�ndola.

Anónimo dijo...

Apreciadísimo Eduardo:
Las 15:04; aquí empieza mi periplo hacia la Ciudad del Viento. Un sentimiento de nostalgia me recorre el cuerpo... Algo se mueve en la boca de mi estómago y me cierra la garganta... Volver... Volver a enfrentarme a los recuerdos que están en cada esquina, cada rincón guarda en el aire un gesto, una converación, palabras...
Siempre tuya,
Lady Julia.