domingo, 21 de octubre de 2007

CITA EN BRAY









Puestos a hablar de las películas de mi vida, hablemos de “Cita en Bray” (RENDEZ-VOUS À BRAY, 1971), de André Delvaux.

Cosas del destino, yo debía de haber visto está película proyectada hace cuatro años. En cambio, solo se me permitió verla el año pasado. Y recuerdo… La Filmoteca de la ciudad del viento pasó un ciclo itinerante dedicado a la figura de André Delvaux. Creo que acudí a todas las pocas sesiones menos a una, la de la película que más me había atraído sobre el programa. Extrañamente, la noche de antes había recibido un mensaje de voz en mi teléfono móvil: un cinéfilo, director y ex-amigo me aconsejó que no dejase pasar esta película, ya que había advertido sorprendentes similitudes con un guión, mi primer guión, que acababa de darle a leer. Esta extraña coincidencia me sugirió todavía más que debía de ver esa película. Al día siguiente, un conductor de autobús perezoso fue el culpable inocente de que no llegase a tiempo, (la Filmoteca de Zaragoza tiene la óptima costumbre de no dejar pasar al espectador una vez comenzada la sesión).

A partir de ese momento me procuré toda la información posible de la película, ya que era virtualmente imposible visionarla en otro formato que no fuese película. Preguntaba siempre a quien me la había recomendado que se mostraba parco en descripciones y en cambio insistentemente reiterativo en que le cediese mi guión, hasta minar nuestra amistad.

Murió Delvaux y, un mes después, apareció en Bélgica la más preciosa edición de una película en DVD que conozco. Esta es, "Cita en Bray".

Una vez vista la película, me pareció haber estado viéndola siempre, viviendo siempre de continuo en ella. Y sí, esas similitudes con mi guión, no realizado, existen.

Pero antes de la película había una novela corta: El propio Delvaux comentó que la elección del material de Julien Gracq: “Le roi Copethua” se debió a las sorprendentes similitudes que encontró entre el personaje de Julien Eschenbach y él mismo, antes de convertirse en director de cine, (es conocido que acompañaba al piano las películas mudas, casi siempre francesas, que se pasaban en la filmoteca de Bruselas). La novela, en palabras de su director: “se passe toute entiere dans un present qui est fait d´une longue attente, d´un climat d´envoutement qui porte les personages a vivre comme un moment reserve de leur vie, un moment dont peut-etre il ne restera plus traces apres”.

A penas hora y media bastan para contar una historia que parece compleja por su interdimensionalidad, pero que es más sencilla que que la vida consciente:

Una tarjeta invita a Julien, (Mathieu Carrière) pianista Luxemburgués, bloqueado en París en mitad de la Gran Guerra, (1917), a pasar dos días en La Fougeraie, una villa en los suburbios de París. Julien no duda ni un momento de que esta provenga de Jaques de Nouil, (Roger Van Hool) su único amigo, ahora oficial de aviación en la Guerra. A Julien le recibe en cambio la hermosa y misteriosa Elle, (Anna Karina) el ama de La Fougeraie. La espera le hace pasar la tarde recordando algunas vivencias del pasado compartidas con su amigo solo o en compañía de la amiga de Jaques, Odile, (Bulle Ogier), bonita aunque algo vulgar, a la que también se la llevó el viento…

En la película, la amistad entre Jacques y Julien se ve completada con el añadido del personaje de Odile, que hace de catalizador entre ambos, una mujer opuesta a la que Julien encontrará en La Fougeraie. La primera es una mujer simple, como el propio Julien e incluso un poco vulgar. Elle, la mujer que Julien encuentra en la villa en vez de a su amigo, es más cercana al carácter y a las costumbres de Jaques, con la que Julien tendrá una experiencia psíquica pura. Su encuentro por una jornada es una ceremonia mística de redención (aunque revestida en la película con toques eróticos, sin duda una metáfora de las cosas descuidadas o no dichas). En palabras de Delvaux: “Cest comme cela que le film s´est costruit: deux femmes, deux hommes, deux formes d´amour .

Dos niveles narrativos pues, en tiempo presente y en tiempo pasado, que confluyen en momentos álgidos. La estructura narrativa de la película es musical, como sería propia de una sonata propia o una sinfonía. Solo hace falta individuar las distintas piezas musicales, (de Brahms a Devrese), y ver como están dispuestas para comprobar su unidad programática y como la soiré musical crea el relato.

La música sería aparente el elemento principal de la película, y desde luego, su fondo, Música casi siempre diégetica, es decir, que suena en la realidad de la película. También para Delvaux este es un film musical. Y si, la película parece más hecha de formas musicales, (estructuras) que de formas narrativas, como sucedía en la novela.

Por otra parte, no se trata de una narración que incluye partes oníricas a partir tiempo pasado, sino que el visionado de esta puede producir el efecto de un sueño. De nuevo en palabras de director, la película: “est une historie d´amor et une historie d´amitie qu´on peut suivre jusqu´au bout sans se poser de questions si on ne veut pass s´en poser”.

Delvaux demuestra ser inteligente al elegir una historia reductiva y de tintes intimistas. Así, en su puesta en escena, puede concentrar sus esfuerzos y enseñar sus armas: Dirección de actores que exaspera hasta el movimiento de un dedo, belleza y verdad en los decorados, perfección técnica en la ejecución del cuadro… etc. Delvaux, opta, esta vez, por largos planos de movimientos fluídos; Fotografía atmosférica, casi fantasmal, atenta a la creación de los ambientes enrarecidos, a partir del diseño de producción, a partir del detalle a todo lo sensorial, (la música, la comida de escena, incluso el tacto de las telas), según una tradición de raíz escandinava.

Delvaux también homenajea a las películas de su infancia, al insertar cinco minutos de un episodio de ese Fantômas que tanto gustaba a los franceses de principios del siglo XX. Dos secuencias más tarde, en el tiempo pasado del relato, Odile rememora la historia que Julien ha acompañado al piano y ella han visto, con vivo interés, en la pantalla. Delvaux nos presenta uno de los momentos mágicos de la película cuando, al pasar de nuevo al tiempo presente, en la Fougeraie, mantiene en la voz en off la narración de la historia de Fantômas por Odile, pero cambiando, gradualmente a la voz en off de Elle, (con una sutileza que puede hacer pasar desapercibido esta exquisitez) , cuando el relato de la película muda puede tener cierta relación con los acontecimientos del momento presente para Julien y la propia Elle.

Metalingüística y polilingüística: La música, el cine… también dos obras de arte plástico, a modo de leit motiv: el grabado de Goya “El sueño de la razón produce monstruos” y el cuadro surrealista “El rey y la Mendiga” de Paul Delvaux, tío del director.

Pero… ¡Basta! Todo está de más ante lo sublimo y yo soy un loco al tratar de analizarlo, aunque sea solo acerando el pincel al lienzo. Y se sabe, la reñida relación entre las distintas artes puede provocar una criatura maravillosa pero letal, (“Croce e deliza”)

Añadiré solo que nunca Delvaux, un autor original e individual, como Bergman, Antonioni o Ford, estuvo tan atinado, (de echo se trata de su película favorita, la que eligió para que apareciese publicada en soporte digital antes de morir), a parte de algún momento de perfección cósmica en la posterior Benvenuta, (1982).

Cita en Bray es una película de relativo fácil visionado, incluso para el espectador no atento al signo, que vea solo la belleza y lo idoneidad de las cosas, que es ya bastante. Pero también ha quedado como uno de los hitos ocultos del cine de todos los tiempos, un Montxalvage que, cuando se encuentra, se ama o se odia como todo lo sublime y si eliges amarlo te pertenece para siempre porque es eterno.

NOTA: El misterio se pasa de mano en mano. Quien desee ver esta película solo tiene que pedirlo aquí. Recibirá una copia en DVD o un conveniente enlace en la red de redes.

2 comentarios:

Silvia M. Vicente dijo...

Me hizo más risas ese pedazo de video Baby Jane, jajajaja
too much deep for me baby!!
besitos desde tu ciudad del viento
Silvia

Anónimo dijo...

Querido L.A.
Ya tengo todo arreglado para recibirte como te mereces. Planes no he hecho porque prefiero que caminanemos sin dirección.
Esta noche te llamo.
Hasta mañana!
Siempre tuya,
Lady Julia.