lunes, 8 de octubre de 2007

LOS CHICOS DE LA BANDA (THE BOYS IN THE BAND, 1970)


Cuando por fin se anuncia en USA la aparición en DVD de la película de William Friedkin THE BOYS IN THE BAND, conviene echarle un ojo encima…

Una madrugada de sábado de esos fines de semana en los que me quedaba solo en casa, con trece o catorce años, cogí por casualidad esta película. Aún vista empezada, me impactó profundamente; no podía ser de otra manera. Años después, con 20, descubrí, durante una conversación en un tren, con una reina en toda regla, el título de la película y que esta había sido dirigida por el director de El exorcista, The French connection, Vivir y morir en L. A. o Cruising, películas que me encantan.

Con el tiempo y gracias a un muy buen ripeado del VHS en dual Castellano-inglés, disponible en la red de redes, he podido volver a disfrutar de esta película.

Y yo, que películas de temática GAY pura y dura he visto tantas, afirmo que solamente esta y Ni en tu casa ni en la mía de Rose Troche, mantienen un nivel de calidad alto. Por supuesto, dejando de lado películas en la que aparecen personajes homosexuales u otras “desviaciones”, (obsesiones sexuales, Dragg queens, lesbianas, pederastia…etc), entre las que existen auténticas joyas.

LOS CHICOS DE LA BANDA, la película, aparece en 1970, dos años después de su estreno como obra teatral, que alcanzó más de 1000 representaciones con enorme éxito en el off broadway. El de Mart Crowley, un Diplomado de la Universidad Católica de América, es un buen texto, (a pesar de algún plagio, no justificado, a Oscar Wilde puesto en boca de Harold, mi personaje favorito).

Un poco, el discurso de la obra es que “el único homosexual feliz es el que está ya muerto”, afirmación contra la que lucha exteriormente todo el tiempo Michael, el protagonista. Duro y pesimista pues.

Para su transposición fílmica, Mart Crowley, también productor de la película, a parte de añadir un prólogo con la delirante versión de "Anything Goes" de los Harpers Bizarre, revisa bien poco su obra, (incluso el final de la primera parte de la función sigue estando allí), y salva lo más posible del equipo técnico original y todo el artístico, por supuesto. Para dirigirlo llega un joven, elegante y prometedor director, curtido en la televisión, con tres largometrajes independientes a sus espaldas: William Friedkin,

En sus manos, la película resulta memorable y ya desde su estreno ostenta el rango de cult movie, además de obtener un buen éxito comercial “de minorías”.

Friedkin despliega una puesta en escena real, notable técnicamente, (resulta encomiable el trabajo del operador de cámara), y muy acertada para el material preexistente. Su película marcha sobre carriles a un ritmo ideal y no solamente es una película independiente de Crowley, también lo es de Friedkin.

El arranque de la trama nos muestra un poco la vida cotidiana de siete homosexuales desarraigados, mas o menos exitosos, en una gran ciudad, (unas secuencias muy brillantes, escritas para la ocasión). Luego nos quedamos ya en el piso de Michael, un treintañero sureño y universitario enfrascado en los preámbulos de una fiesta de cumpleaños, que ha organizado para Harold, un ex-amante y ex-patinador, judío picado de viruela, seguramente la única persona a la que haya querido en su vida, para el que Michael no escatima lujos, pagados a crédito con un sueldo del subsidio social. La divertida y loca fiesta de cumpleaños comienza y los invitado, (“mariposas ajadas” y “maricones ansiosos” los ha definido antes el anfitrión), van apareciendo. Enseguida descubrimos sus problemas, ilusiones, miserias enmascaradas bajo el cinismo y las ocurrencias. Durante la velada, regada por ginebra y drogas, ( “La marica cuando está sobria es peligrosa. Cuando bebe es letal”, dirá Harold), se presenta Alan Mcarthy, el heterosexual compañero de habitación en la Universidad de Michael… Todo es posible en lo que queda de noche.

La visión detrás de la película, además de muy gay, es muy yankee, (solo se me ocurre equipararla a la de las presentadoras del reality show Queer eye of the straight guy).

Esto no dificulta, al contrario, que el retrato psicológico de cada personaje está en su sitio, que sea individual y que no necesite ser insuflado por la vida de actores, que por lo demás, aparecen en estado de gracia, hasta llegar a lo antológico, (Cliff Gorman en la loca Emory). Todas salvo, tal vez Keneth Nelson, que da vida a Michael, (un papel escrito para Sal Mineo, demasiado ocupado con los chulos de la mafia). No es que Nelson, que actúa como Judy Garland en la era post Carnegie Hall, y parece un clon de Mineo, esté mal, (dos años sobre las tablas con los jerseys di vicuña de Michael habrán ayudado), pero no es Michael.

Como no podía ser de otro modo, todos los actores murieron de SIDA, todos menos paradójicamente Emory, la María Montez de la película, (con ella se identifica en uno de sus diálogos), que murió de leucemia y, también, el que interpretaba al heterosexual, respetable padre de familia y senador republicano a los ojos del mundo: Alan, el único superviviente del cast masculino.

En líneas generales, la película logra recrear la magia de las situaciones y diálogos teatrales. El mundo de estas “chicas”, tiernas, ruidosas, mentirosas y algo neuróticas resulta totalmente verosímil y lo que es más difícil... natural.

El ritmo insuflado por Crowley y Friendkin a su obra no decae ni un momento, pero puestos a quedarse con algo, son memorables los veinte primeros minutos de la fiesta, en la primera parte, antes de la llegada de Alan, en los que la cámara sigue con planos largos y fluídos a los personajes, en sus aspavientos de Drama Queen y sus bailes al ritmo de "(Love is Like a) Heat Wave", soltando bits memorables como ese de Emory: “¿Con quien hay que joder aquí para que te den una copa?

Es verdad que con la llegada de Harold, en la apoteosis del número de la fiesta, (no voy a desvelarte, mi querido lector, en que consiste esta, si no lo has visto), nos encontramos con el primer momento realmente sublime del largometraje. Este se prolonga durante un rato considerable de tiempo, sobre todo gracias a Harold, que no cesa de repartir sus pequeñas píldoras de glorioso sarcasmo.

Durante el segundo acto, más introspectivo, se sucede el “juego de la verdad”. Los personajes se quitan la máscara y se muestran más sinceros entre ellos, como si fuesen figuras de un aguafuerte, que se va poco a poco disolviendo por la lluvia incesante, permaneciendo en pie, en una nueva oportunidad de ser felices, o quedado anulados, (autoanulados, casi siempre), e inmersos en “el principio de la angustia”.

THE BOYS IN THE BAND es una obra que solo tiene razón de ser en la época en la que se desarrolla, cuando todavía se respetaba algún tipo de valor, (hoy solo hace falta salir a la calle de cualquier gran ciudad y mirar a la cara de los pasantes), o no se había declarado el mal del SIDA que supuso, en palabras de Gore Vidal, “que los chicos quedasen aterrados por practicar sexo”. Cualquier intento de recuperar esta obra, “actualizándola” quedaría desnaturalizado después de 1985 y tal vez en ello radique su grandeza.

37 años después de su estreno, el visionado de esta película sigue procurando una diversión y emoción perdurables. De los duros o crípticos momentos que contiene, para el no iniciado, compensa largamente la imagen, casi al final, de las dos maricas la buena, Donald, que representa todos los valores positivos, y la mala, Michael, abrazadas.

NOTA: Esta es la única película que creo que el doblaje ha mejorado. Si no se entiende perfectamente el inglés recomiendo verla doblada.

12 comentarios:

Josito Montez dijo...

Sólo puedo decir que... ¡¡viva Harpers Bizarre!! y ¡¡viva Emory!!

Eduardo Fuembuena dijo...

Estimado Josito,

Eso significa... ¿Qué la has visto ya?

Si, has metido el dedo en la yaga, como de costumbre y norma de tú exquisitez.

Saludos.

PD. Leer tú página es una de mis pocos placeres cotidianos. Espero poder publicar pronto, de nuevo.

Josito Montez dijo...

La estaba bajando del Emule justo cuando publicaste este artículo. Supongo que la coincidencia se deberá al anuncio de la edición en DVD en Estados Unidos. Y la vi hace un par de días.
Me ha encantado. Es una peli genial. Me quedo con dos momentos: el Look of Love, con el Cowboy mirando a través del celofán y que termina en lluvia, y el monológo de Emory sobre su amor Delber Botas.

Un saludo y muuuchas gracias por leerme,

Jos.

Anónimo dijo...

Hola.

Buscando información sobre The Boys in the Band me encontré de repente con este blog.

Soy un gran aficionado a esta película que cuento como una de mis favoritas de todos los tiempos.

La vi por primera una vez con mi hermano hace unos diez años.
La echaron en un ciclo en La 2 de TVE y nos fascinó absolutamente.
A mí, en concreto, me trastornó.

No soy homosexaul, pero desde ese momento, siento una especie de fascinación por todo lo gay y por toda esa amabilidad queer que exhala la película.
Porque en realidad, Los chicos de la banda es una película de amor.
Y los personajes retratados en la cinta de Friedkin son tan cercanos y tan naturales, tan "como todo el mundo" que, más de diez años después y tras numerosos visionados, siguen conmoviéndome.

Como Josito, uno de mis momentos predilectos es cuadno todos, ciegos de porros y bajo la atmósfera de la cálida música de Burt Bacharah, bailan y Cowboy los ve a través del celofán.

Otro momento irrepetible: cuando baialan "Heathwave" de Martha Reeves & The Vandelas.

Y mi escena más favorita: los títulos de crédito del principio, en el que, Friekin, como bien dice el hacedor de este blog, retrata magistralmente y con unas pocas pinceladas, las personalidades de estos neoyorquinos de finales de los 60.

El doblaje, efectivamente, es estupendo, pero yo aconsajaré siempre (en este y en la mayoría de los casos) la versión original.

Gracias y besen a quien quieran.

Eduardo Fuembuena dijo...

Bienvenido a La ciudad del viento y muchas gracias por tú comentario, Refrescospepito.

Usted escribe cosas reveladoras sobre la estupenda película de Friedkin y reactiva este debate y en cierta forma el blog.

Además de la secuencia de montaje del principio y las otras dos que nombra yo resaltaría como ejemplares todas las primeras intervenciones de Emory.

Te dejo como recomendación otra película que complementa muy bien esta y que seguramente conocerás: The torch song Trilogy.

Saludos y gracias otra vez

Anónimo dijo...

alguien me puede ayudar a encontrar dond epuedo descargar el libreto, de los chicos de la banda.
mi correo kapyn_76@hotmail.com

Unknown dijo...

Me gustaría saber donde puedo ver esta película en español' ya que entiendo poco RL ingles, pero por la sinopsis comprendibastante, miemail es mariodeana@hotmail.con. gracias por escribir en y asi poder comprender mejor este clásico del cine.

Unknown dijo...

Gracias. Verifico mi correo es mariodearana@hotmail.con. busco enlace película los chicos de la banda en español

MadRod dijo...

Yo también me estoy volviendo loco para bajarme el libreto gratis!! Si alguien sabe dónde lo puedo encontrar o lo tiene, por favor ¡ayuda! Preferiría la versión teatral original, pero dada la dificultad, me da igual la versión (peli, teatro, inglés, español...) ;)
Mi eml: madrod1968@gmail.com

Unknown dijo...

hola tengo el libreto de boys in the band
solo que esta en ingles no se si te interese
solo dime como te lo ago llegar y te lo emvio vivo en mexio en sonora gracias, te dejo mi correo ( s8aruiz@hotmail.com )

ale dijo...

Hola que tal, me lo podrás mandar a mi? male1995gn@gmail.com

elrond12 dijo...

Necesito descargar la película