miércoles, 19 de noviembre de 2008

AUTUMN LEAVES, LA SOLITARIA QUE ENCONTRÓ A SU AMADO.








Queridos Todos,
Un blog como este no podría volver de entre los muertos sino con un artículo a la sombra de la gran Joan Crawford!
Su interpretación favorita es curiosamente mi película absolutamente favorita de entre las de ella: "AUTUMN LEAVES", (“Hojas de Otoño”,1956)
Pero comencemos con las palabras de la propia Crawford, que no duda en calificar su película como "best older woman/younger man movie ever made," –añadiendo- "Everything clicked on Autumn Leaves. The cast was perfect, the script was good, and I think Bob [Aldrich] handled everything well. I really think Cliff did a stupendous job; another actor might have been spitting out his lines and chewing the scenery, but he avoided that trap. I think the movie on a whole was a lot better than some of the romantic movies I did in the past...but somehow it just never became better known. It was eclipsed by the picture I did with Bette Davis".
Aparentemente esta es la historia de una mujer resignada a su soledad y de un chico misterioso y morboso que se siente atraído por mujeres mayores, pero veremos, veremos que pasa tras los primeros veinte minutos de proyección…
Desde las colinas doradas de la decadencia vemos una de las cumbres del cine camp, (o el así denominado). Todavía me recuerdo a mi mismo sentado en la segunda fila de la pequeña filmoteca de mi Ciudad del Viento, encajada en el pianterreno de un palacio del renacimiento, junto al patio de alabastro. Y recuerdo también las risas y comentarios de los otros espectadores suscitados por una película que yo, sin embargo, tomé muy en serio.

Hagamos un poco de memoria histórica, (quiero decir, tranquilicemonos): El emergente director Robert Aldrich encontró en el guión de Jean Rouverol y Hugo Butler un medio para alejarse de las películas estilizadas y sádicas, (sadismo intencionado, se entiende), producidas para un público mayoritariamente masculino. Muchos quedaron desorientados al ver el nombre de Aldrich a la cabeza de esta woman picture (algo especial) después de "KISS MY DEADLY" (1955) y "THE BIG KNIFE" (1955), adaptaciones de la literatura pulp desde una óptica completamente diversa a la de un Kubrick.
La estrella de “HOJAS DE OTOÑO” era Joan Crawford. Tras una iniciales visicitudes por los recovecos del rol, la relación entre la Crawford y Aldrich fue cordial y comunicativa.
Para el papel principal se propuso al joven Clift Robertson, un virtual desconocido en Hollywood si exceptuamos su papelito en “PICNIC”, (1955). Parece ser que el actor fue personalmente audicionado por Joan en su propia casa. La Crawford todavía se podía permitir esto en una película de presupuesto medio, y, efectivamente, la química entre Crawford y Robertson, (con 21 años de diferencia entre ella y él) es remarcable. Lo demuestran esos largos minutos de besos calientes y desenfrenados, no ajenos al amour fou, que nos hacen cómplices de ellos. Solo se me ocurre como igual equivalencia de morbo a Christopher Plummer/ Capitan Von Trapp besando a Julie Andrews/Sister Maria en “SONRISAS Y LÁGRIMAS” (1965).

Es cierto que Joan parece un muchacho algo más que maduro…, (salvo durante el indescriptible gagg de la caseta de la playa, en el que muestra su prominente busto y sus salientes caderas), y que Clift parece el chico de la piscina del Hotel “todo incluído”, sí, pero la Joan madura Nunca estuvo tan hermosa y el joven Clift tan arrebatador y esto es esencial en una película en la que se hacen tan explícitas las necesidades sexuales de los personajes.

El resto del reparto está estupendo, con especial mención a Vera Miles, que demuestra la gran estrella que podría haber sido. Sabe mirar, sabe caminar, sabe articular la palabra y transmitir sensualidad con las inflexiones de su voz. En un papel tan difícil, (y tan ingrato). El primer catfight que comparte con la Crawford y su presentación en una aureola de misterio nos ayudan a imaginar como hubiese sido su Madeleine en "VERTIGO" (1958).

Arrojemos un poco de luz sobre la trama: "HOJAS DE OTOÑO" cuenta la historia de Millie Wetherby (Joan Crawford), una mujer de edad indeterminada, que poco tiempo atrás cambió los fríos bosques de Nueva Inglaterra, (Oh! las historias de mujeres venidas de Nueva Inglaterra), por las arenosas playas de California, donde sobrevive en un modesto bungalow mecanografiando trabajos ajenos. El resto es recuerdo, (pasó su juventud al lado de su padre inválido hasta que este murió), y soledad, excepto por las continuas visitas de su casera Liz (Ruth Donnelly). PALIMSEPTSTO: Yo mismo tengo una relación muy parecida con mi casera. FIN PALIMSEPSTO.
Una noche Millie camina algo resignada por las calles, tras asistir a un concierto. Es una noche especial y decide parar en un diner. Después de pedir una ensalada de pollo, un joven extraño, muy atractivo le pide con modos exquisitos si puede sentarse en su mesa, ya que el resto de asientos del local están ocupados. Burt Hanson (Cliff Robertson) dirá tras unas breves palabras intercambiadas "You know something? You're lonely". La relación progresa no sin visicitudes. “You should find a girl our own age”-le llegará a decir Millie-, pero Burt vuelve siempre a ella, que terminará cediendo al matrimonio.

Enseguida veremos que el tema central de la película no es la soledad unilateral vencida para pasar a ser compartida y como la engañamos a veces “en pareja”, sino la dependencia y como algunos críticos han señalado “el incesto”. Veamos: Liz, la vecina cotilla, quiere a su hermano, del que siempre habla y que depende de ella, Millie quiso a su padre que a su vez la quería y dependía de ella y Burt, directamente, busca a una madre que le proteja de de su padre y de una fuerza perversa que no contaré aquí para no estropear el visionada del film, y querrá a Millie para salvarse a sí mismo.
Como hemos adelantado antes, esta es la película de las falsas apariencias. El mismo conflicto principal cambia a una pesadilla incestuosa y edípica cuando Millie descubre la verdad de Burt. Esto es, en la secuencia estilísticamente más lograda del largometraje y la más emotiva, que sucede en algún centro recreativo de vacaciones. Millie/madre ordena a su marido/hijo que suba a encontrarse con su padre. Burt obedece. Pero cuando Millie cae en lo cierto corre tras de él. El resultado: Nos es suficiente con ver por los ojos de ella a Burt apoyado contra la pared y cabizbajo, (¡Pobre diablo” y sin embargo tan guapo…) frente a una puerta abierta. Millie/Madre se acerca a esta y asomándose encuentra una cama desecha y la puerta del cuarto de baño bien cerrada, mientras, Burt está perdido en un torbellino de pensamientos oscuros en el largo pasillo, (es difícil entonces no apiadarse del personaje o enamorarse de él).
Como se habrá podido imaginar, esta película se ve siempre a través de la óptica de Millie, algo distorsionada por su miedo hacia las acciones/reacciones de Burt, que lo muestran primero como un posible estafador, luego, en su ansiedad como un mentiroso compulsivo y finalmente, en su sacrificio como un enfermo mental. Será Ella quien lo proteja hasta sus últimas consecuencias, incluso si el chico, en un brote psicótico, aplasta su mano con la máquina de escribir, privándola de su instrumento de trabajo y de la posibilidad de ejercerlo. Pero cuando la sociedad, (encarnada en un gentil doctor) lo reclama insistentemente Millie/Madre no tiene más remedio que mandar a su hijo/amado/esposo a un sanatorio mental en el que se le freirá cualquier resquicio de sensibilidad para “recuperarlo”, (esto mostrado en una compleja secuencia, tal vez la única realmente desatada de la película, en la que los primeros planos de las sesiones de electroshock se alternan con los de ella pasando por los lugares amados o trabajando para pagar su internamiento).
La puesta en escena de Aldrich es, como siempre, visible, (esa plano de Joan acercándose al teléfono para denunciar a su marido, con el aparato distorsionado en primer término) y muy eficaz, como es sonoro y abierto el diálogo, con algunos de los diálogos más ocurrentes y brillantes de los años 50. Como en VERTIGO, se trata de mostrar las obsesiones, (sobre todo esquizofrénicas), de los personajes. La tensión siempre se mantiene alta, de una secuencia a otra, de un giro al siguiente y el final, (un poco tonto, afortunadamente poco melodramático) está a la altura.

La imagen es muy naturalista, un naturalismo que crea desasosiego, como no en Estados Unidos. La fotografía es en blanco y negro, (casi indispensable para retratar a Miss Crawford) y muy remarcable, aunque terminemos extenuados conociendo cada centímetro del mentón de la actriz y nada de su cuello, sabiamente dejado a la oscuridad, (cuando el cerco oscuro se abre mostrando parte del cuello, siempre es con una finalidad dramática).

Una Joan magnífica de busto y de intenciones dramáticas, tan entregada como siempre, hace todo lo que puede llegar a hacer una mujer-madre por el hombre que ama… Con ella los excesos siempre están garantizados.

Inauguro con esto una nueva etapa hacia el Over the top en la que no me hago responsable de mis propias palabras. Veremos...

2 comentarios:

Silvia M. Vicente dijo...

Hola hola!!
me alegro de tu regreso, significa que tienes un poquito menos de trabajo???
mi messenger está en el trabajo para pasarnos cosas con otra oficina y a veces me lo olvido cuando me voy, siento no haber estado para chatear, rey
un abrazo desde la ciudad del viento ;)
Silvia

Eduardo Fuembuena dijo...

Hola Silvia!

Pues si, menos tiempo aunque bastantes proyectos y planes, algunos sorprendentes.

Por lo que veo en las fotos del flick el niño está precioso. Me parece a mí.

Espero que todo vaya muy bien. Envíale un saludo y mi cariño a oswaldo y un beso para Ramiro y para ti.

Lord Alfred